Artemio Vargas, integrante del ministerio musical Alfareros, relató en El Rumbo de la Mañana cómo un gesto creativo dentro de una celebración católica en La Romana marcó el origen de una propuesta que hoy trasciende fronteras.
Artemio, Fermín y Valeria, contaron sobre su historia de música y fe, que inició un Día de Corpus Christi en la parroquia San Pablo, cuando Fermín Amador y el director Junior Cabrera decidieron innovar, reorganizando las canciones tradicionales, creando nuevos arreglos y utilizando ritmos dominicanos, incluido el merengue, para conectar de manera más cercana con la juventud.
Según Vargas, aquella iniciativa gustó de inmediato a la comunidad y se convirtió en el punto de partida de una fórmula que permitió a Alfareros construir un estilo propio, siempre inspirado en la Palabra y en los ritmos locales que fueron incorporando con el tiempo.
- Esa búsqueda musical, afirma, terminó definiendo la identidad del ministerio.
Crecimiento como ministerio
Artemio Vargas recordó cómo parte trascendental de la historia del ministerio, que para 1998 se produjo un momento clave: un concierto en Santo Domingo llamado Ruta 7, donde participaron varias agrupaciones y en el que Alfareros logró proyectar su propuesta a nivel nacional.
Ese evento, dijo, abrió el camino para que el ministerio fuera reconocido en la capital y posteriormente en todo el país.
Vargas destacó que, antes de los inicios de la era digital, la difusión internacional de la música del grupo se produjo de una manera tan particular como efectiva.
Contó que su director enviaba discos por FedEx a emisoras católicas alrededor del mundo, lo que generó un creciente interés y múltiples invitaciones internacionales. “La gente se fue sorprendiendo por la calidad y el mensaje”, afirmó.
Música desde el amor
Para Artemio Vargas, cantar es propio de quien “ha recibido con amor”, y por eso —dijo— Alfareros ofrece su música desde esa misma entrega.
Expresó en El Rumbo de la Mañana que es emocionante llegar a una parroquia y ver que todos conocen las canciones, pero que resulta aún más gratificante presentarse en escenarios seculares y sorprender a un público que no espera un mensaje cristiano acompañado de propuestas musicales dinámicas.
Aseguró que muchos aún asumen que la música religiosa es “aburrida”, y por eso la misión de Alfareros es llevar el mensaje donde no suele consumirse, rompiendo prejuicios a través de la calidad artística. Esa visión, sostuvo, ha permitido que la agrupación se mantenga vigente y que conecte con audiencias diversas.
Sobre el Grammy Latino
Sobre el Grammy que recibió la agrupación, los integrantes de Alfareros insistieron en que para ellos el galardón no representa un trofeo material, sino una puerta que se abre a nivel de relaciones y alcance.
Lo considera un reconocimiento que pertenece a la Iglesia y a todos los ministerios que han trabajado antes, durante y después de ellos. “Lo más importante es que nos permitió hablar de Dios en un escenario tan significativo como ese”, expresó Artemio Vargas.
Agregó que la agrupación valora especialmente que expertos de la industria musical hayan reconocido la calidad de su trabajo. “Para Dios siempre debe ser lo mejor”, afirmó, al explicar que así como en un concierto secular se cuidan todos los detalles, con mayor razón deben hacerlo cuando la música está al servicio de su fe.
Vargas dijo sentirse agradecido y profundamente emocionado por esa experiencia, tanto para él como para Fermín Amador.
Además, destacó el respeto mostrado por los organizadores de los eventos internacionales hacia la música cristiana: en algunos lugares retiraban promociones de alcohol durante las entrevistas y grabaciones, un gesto que, según explicó, reflejó la consideración hacia el contenido espiritual del grupo.

























