El sencillo ‘Walk My Walk’ fusiona el estilo country clásico con técnicas avanzadas de producción digital y plataformas como Suno AI.

La inteligencia artificial ya tiene un impacto sustancial en la industria musical. En Estados Unidos, la canción ‘Walk My Walk’ de Breaking Rust, un artista generado con IA, alcanzó el puesto número uno en el ranking Billboard dentro de la categoría Country Digital Song Sales.

Este hito marca la primera ocasión en que una obra musical creada principalmente por IA lidera uno de los rankings oficiales de ventas digitales, un fenómeno que empezará a tener un impacto en diferentes aspectos de la industria.

Quiénes están detrás de la canción con IA que lidera Billboard

Walk My Walk’ es interpretada por Breaking Rust, que no es una banda ni un solista de carne y hueso: se trata de un proyecto virtual diseñado y ejecutado mediante herramientas de IA, capaz de generar tanto la voz como la música y la imagen que lo acompaña.

Los perfiles del “artista” en redes sociales, especialmente en Instagram, exhiben visuales producidos con inteligencia artificial donde predomina la figura de un vaquero, melancólico, en ambientes rurales y escenas evocadoras del género country, elementos pensados meticulosamente para conectar con una audiencia específica.

En el momento del logro, la cuenta de Breaking Rust en Instagram superaba los 35.000 seguidores, mientras que en Spotify los oyentes mensuales sobrepasaban los 2 millones, colocándolo a la altura de artistas consolidados.

A pesar del éxito digital, poco se sabe sobre los verdaderos responsables del proyecto. Las credenciales públicas mencionan a Aubierre Rivaldo Taylor, asociado a producciones explícitamente generadas por IA, pero ni medios generalistas ni especializados han podido confirmar de forma concluyente su identidad o el alcance real de su autoría humana.

Cómo se hizo ‘Walk My Walk’

El sencillo ‘Walk My Walk’ presenta una síntesis entre el estilo country clásico y técnicas avanzadas de producción digital. Jason Palamara, profesor asistente de tecnología musical de Indiana University, remarcó a Newsweek que, pese al “ritmo de pisada, palmadas y ambiente acústico”, la pista exhibe una producción tecnológica compleja.

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“El audio de cada pista suena muy comprimido y aún tiene ese extraño resplandor digital, especialmente notorio en las voces. Una vez que lo identificas, es imposible no notarlo”, sostiene Palamara.

El proceso de creación se apoya en plataformas como Suno AI, que permiten manipular y adaptar estilos musicales con una alta fidelidad. Estas herramientas también intervienen en la generación de la imagen y las letras, que, según Palamara, tienen un carácter difuso y poco significativo, pero logran captar la atención del público por su presentación y efectividad sonora.

Los temas de Breaking Rust mantienen cierta coherencia vocal, reutilizando un mismo “personaje” de voz digital para diferenciarse de otras propuestas generadas por IA, un avance que Palamara considera importante para el desarrollo de agentes creativos artificiales reutilizables en la industria.

A nivel de recepción, resulta relevante resaltar que varios sencillos del proyecto han alcanzado millones de reproducciones en las plataformas de streaming. ‘Livin’ on Borrowed Time’ sobrepasa los 4 millones de escuchas, mientras ‘Walk My Walk’ superó los 3 millones, y ‘Whiskey Don’t Talk Back’ acumuló más de 1 millón, consolidando así una audiencia fiel y abundante.

Cómo la IA está cambiando la escena musical

El ascenso de ‘Walk My Walk’ reavivó debates larvados en el sector musical acerca de la legitimidad y el impacto de la inteligencia artificial en la creación artística.

El marco jurídico ya evidencia cambios concretos. Tennessee, por ejemplo, promulgó en 2024 la Ley ELVIS, diseñada para proteger legalmente la “voz” como parte de la personalidad, dificultando la reproducción sintética sin permiso y anticipándose a los llamados deepfakes musicales.

Por su parte, la Academia de la Grabación norteamericana estipula que solo podrá considerar para sus premios a piezas donde exista una autoría humana relevante: cualquier material generado por máquinas, sin intervención sustancial humana, queda excluido.

Al mismo tiempo, el negocio musical busca modelos viables para capitalizar el fenómeno. Universal Music cerró un litigio con la plataforma Udio para, poco después, pactar licencias orientadas al desarrollo de catálogos musicales con IA.

  • Además, la compañía firmó una alianza estratégica con Stability AI enfocada en herramientas profesionales de música generativa. Warner, por su parte, promueve abiertamente que, si existen reglas claras y transparencia, la IA podría representar nuevas fuentes de ingresos.
  • De este modo, la industria tantea un paradigma donde la licencia, trazabilidad y reparto de beneficio conserven la relevancia de los derechos de propiedad intelectual.

Mientras tanto, la Oficina de Copyright de Estados Unidos sigue afinando su postura. Su criterio actual excluye del registro aquellas obras carentes de autoría humana, pero deja la puerta abierta para trabajos asistidos por IA si la intervención humana resulta determinante.

El auge de estos fenómenos no está exento de crítica y preocupación. Diversos sectores de la industriaincluyendo músicos de renombre como Sir Elton John y Dua Lipa, han suscrito peticiones para regular de manera estricta la IA en el ámbito cultural.

Ya en el pasado, experiencias como la difusión de la “falsa canción de Drake” o la irrupción de la actriz generada por IA Tilly Norwood pusieron de relieve tanto el potencial como los riesgos de estas nuevas herramientas.

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