Una investigación publicada en la prestigiosa revista Nature, realizada por científicos de la Universidad de Osaka (Japón), encontró que la deficiencia de hierro durante el embarazo puede interferir en la determinación del sexo masculino en embriones de ratón, afectando el funcionamiento de un gen crucial para este proceso.
El estudio, que se llevó a cabo en células cultivadas y en ratonas preñadas, demuestra que la falta de hierro en el útero dificulta la acción de una enzima dependiente de este mineral, esencial para activar el gen Sry. Este gen, ubicado en el cromosoma Y, es responsable del desarrollo de los testículos, determinando así el sexo masculino.
Los científicos descubrieron que, cuando los niveles de hierro en las células se reducen a alrededor del 40 % de lo normal, la expresión del gen Sry disminuye drásticamente, lo que provoca que las gónadas XY empiecen a desarrollar características típicamente femeninas. En términos sencillos, embriones genéticamente masculinos pueden llegar a formar ovarios en lugar de testículos.
Para comprobarlo en animales, el equipo de investigación administró a ratonas preñadas un medicamento que elimina el hierro durante la fase crítica de determinación sexual del embrión.
Como resultado, de un total de 72 crías con cromosomas XY, cuatro desarrollaron ovarios y una presentó una combinación de ovario y testículo, lo que demuestra una alteración en la determinación sexual.
En una segunda fase del estudio, las ratonas fueron alimentadas con una dieta baja en hierro durante diez semanas, pero no se observaron efectos significativos. Sin embargo, al inducir una mutación en el gen que codifica la enzima KDM3A —esencial para activar el gen Sry—, dos de las 43 crías XY nacieron con características femeninas.
Los investigadores concluyen que, aunque el sexo de los mamíferos está determinado genéticamente por los cromosomas XX o XY, factores ambientales, como la nutrición materna y el metabolismo del hierro, pueden jugar un papel crucial en la determinación del sexo durante las primeras etapas del desarrollo embrionario.
Este descubrimiento abre nuevas vías de investigación sobre cómo el entorno celular de la madre puede influir en procesos genéticos esenciales, como la determinación del sexo, sin necesidad de alteraciones genéticas directas.

























