Katy Perry transformó el Palau Sant Jordi de Barcelona este domingo en un universo de ciencia ficción pop, en el marco de su The Lifetimes Tour.

Con media hora de retraso, la artista irrumpió en un escenario de infinito suspendida desde una estructura cilíndrica, inaugurando un espectáculo que combinó estética de videojuego, coreografías robóticas y los mayores himnos que marcaron la década del 2010.

Personas vibraron en un show lleno de nostalgia y efectos visuales

Vestida como una guerrera cibernética, Perry abrió con Artificial, seguida de Chained to the Rhythm y Teary Eyes, acompañada por bailarines caracterizados como cíborgs.

La euforia se encendió con Dark Horse, dando paso a un bloque profundamente nostálgico que incluyó California Gurls y Teenage Dream, interpretadas sobre una estructura inspirada en Atlas sosteniendo el mundo. También sonaron Last Friday Night, Peacock, Wide Awake, Hot n Cold e I Kissed a Girl, coreadas con fervor por un Sant Jordi a capacidad total.

El show tuvo un contraste marcado cuando presentó temas de 143 (2024) —Nirvana, Crush y I’m his, he’s mine— que no generaron la misma respuesta del público.

Sin embargo, el ambiente cambió cuando la artista cedió el mando a la audiencia para elegir Double Rainbow, interpretada en acústico, iluminada por 18 mil teléfonos móviles. Perry también invitó a cinco fans al escenario, quienes la ayudaron a presentar Unconditionally en catalán.

La narrativa del espectáculo regresó a la ficción con E.T., Part of Me y Rise, donde la artista “derrotó al villano” del show. En la recta final, interpretó Bandaids y voló sobre el recinto en una mariposa mecánica con Roar. El cierre llegó con Firework, tras presentar a su banda al ritmo de Lifetimes.

El concierto marcó el inicio de su paso por España, que continuará el 11 de noviembre en el Movistar Arena de Madrid.

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