La actriz Claudia Cardinale, considerada uno de los rostros más emblemáticos del cine europeo del siglo XX, falleció este martes a los 87 años en Île-de-France, región que comprende París, según confirmaron medios franceses.
Su trayectoria la convirtió en símbolo de belleza, talento y rebeldía, pero también estuvo marcada por la explotación de la industria y el machismo imperante en aquellos años.
De Túnez a la gran pantalla internacional
Nacida en Túnez en 1938 en el seno de una familia siciliana, Cardinale nunca soñó con ser actriz. Sin embargo, un encuentro casual con el cineasta René Vautier la llevó a debutar en el cortometraje Les anneaux d’or (1956), premiado en la Berlinale.
- Poco después brilló en Goha (1958) junto a Omar Sharif y, tras ganar un concurso de belleza que la llevó a la Mostra de Venecia, decidió trasladarse a Italia, donde inició su carrera con I soliti ignoti (1958) de Mario Monicelli.
En los años sesenta alcanzó su época dorada, participando en películas que hoy son clásicos del cine como Ocho y medio de Federico Fellini y Il Gattopardo de Luchino Visconti.
Su magnetismo también la llevó a Hollywood, donde compartió pantalla con figuras como John Wayne, Anthony Quinn, Rita Hayworth y Burt Lancaster. Uno de sus papeles más recordados fue el de prostituta en Érase una vez en el Oeste (1968) de Sergio Leone.
Una vida marcada por la rebeldía
Cardinale enfrentó episodios dolorosos, como el embarazo tras una violación en su juventud, experiencia que la llevó a criar a su hijo en secreto. Más tarde tuvo a su hija Claudia con el cineasta Pasquale Squiteri, a quien consideró el verdadero amor de su vida.
Además de su carrera artística, fue una activa defensora de causas sociales, especialmente la lucha contra la violencia machista y la protección ambiental.
- Pasó sus últimos años en París, ciudad que eligió para preservar su libertad ante el asedio de la prensa en Roma. Su legado perdura como el de una mujer que desafió los estereotipos y conquistó con carácter propio la historia del cine.
