La neuropsicóloga Lucía Crivelli, jefa de Neuropsicología en Adultos de Fleni, explicó que los pensamientos intrusivos son una experiencia mental común, que todas las personas tienen a diario, y que no deben interpretarse como un signo de enfermedad. “No somos lo que pensamos, sino lo que hacemos con nuestros pensamientos”, enfatizó en Infobae en Vivo.

Crivelli detalló que estos pensamientos suelen aparecer de manera repentina, con contenido violento, sexual, absurdo o disruptivo, y pueden generar culpa o temor. Sin embargo, forman parte del funcionamiento normal del cerebro. “Una persona sana puede tener alrededor de diez pensamientos intrusivos por día”, afirmó, llamando a desterrar el estigma que rodea estas vivencias.
Por qué aparecen y cuál es su función
La especialista explicó que el cerebro produce entre 6.000 y 6.500 pensamientos diarios, impulsados por la llamada red neuronal por defecto, un sistema que genera ideas, recuerdos, proyecciones y también fantasías inesperadas. Muchos de estos pensamientos cumplen un propósito evolutivo, al ayudarnos a anticipar amenazas o escenarios posibles.
- Crivelli puntualizó que incluso situaciones cotidianas, como dudar si se cerró una llave de gas o imaginar una acción impulsiva, entran dentro de esta categoría normal.

Cuándo dejan de ser normales
La neuropsicóloga advirtió que los pensamientos intrusivos solo se vuelven un problema cuando pasan a ser obsesiones, es decir, ideas que se repiten insistentemente y generan un nivel significativo de malestar. En esos casos, suelen acompañarse de compulsiones, acciones repetitivas destinadas a aliviar la ansiedad, como lavarse las manos múltiples veces o revisar puertas de forma excesiva.
Allí es donde puede aparecer el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), un cuadro clínico que requiere evaluación profesional porque interfiere en la vida diaria.

El error de intentar suprimirlos
Crivelli retomó el concepto de la “paradoja del elefante rosa”, que describe cómo intentar no pensar en algo refuerza justamente ese pensamiento. “Cuanto más luchamos contra ellos, más vuelven. Lo adecuado es no darles entidad, permitir que pasen y aceptar que son pasajeros”, afirmó.
Estrés, cansancio y maternidad: contextos donde aparecen más
La especialista señaló que el estrés, la falta de sueño y la sobrecarga emocional pueden aumentar la frecuencia de estos pensamientos. En el caso de las madres puérperas, por ejemplo, es habitual que surjan imágenes relacionadas con accidentes o daños, lo cual puede causar miedo, pero no indica necesariamente un trastorno.

Un fenómeno común que debe desmitificarse
Crivelli insistió en que los pensamientos intrusivos pueden aparecer en cualquier situación —incluidas reuniones laborales o momentos socialmente exigentes— y que no tienen relación directa con deseos reales ni problemas morales. Incluso los de contenido sexual no deseado son automáticos y no dicen nada sobre la personalidad de quien los experimenta.
- El punto clave, dijo, es aprender a reconocerlos como parte natural de la actividad mental y buscar ayuda solo si se vuelven persistentes o comienzan a interferir con la vida cotidiana.
Fuente: Infobae.






















