GUAYAQUIL/LIMA.– Un sismo de magnitud 6,1 se registró la tarde de este martes en la frontera entre Ecuador y Perú, sin que hasta el momento se hayan reportado víctimas ni daños materiales, según los primeros informes oficiales de ambos países.

El temblor ocurrió a las 19:05 hora local (00:05 GMT del miércoles), con un epicentro a 80 kilómetros al sureste de la localidad de Arenillas, en la provincia ecuatoriana de El Oro, ubicada en la costa sur del país y limítrofe con Perú, según informó el Instituto Geofísico (IG) de Ecuador.

El movimiento telúrico, con una profundidad de 83 kilómetros, se percibió con fuerza en ciudades del sur ecuatoriano como Machala.

Del lado peruano, el Comité de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN) del Instituto de Defensa Civil (Indeci) informó que el sismo se sintió con una intensidad moderada a fuerte en las poblaciones cercanas a la frontera. Las autoridades continúan evaluando posibles afectaciones en zonas vulnerables.

Ecuador y Perú se ubican en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, una de las zonas sísmicas más activas del mundo, donde convergen varias placas tectónicas que provocan una alta frecuencia de terremotos.

Claro, aquí tienes los antecedentes generales relacionados con el sismo registrado entre Ecuador y Perú este 21 de octubre:

Ecuador y Perú se encuentran ubicados en el Cinturón de Fuego del Pacífico, una de las zonas de mayor actividad sísmica en el mundo. Este cinturón geológico rodea la cuenca del océano Pacífico y es responsable de aproximadamente el 80 % de los terremotos globales, debido a la interacción constante de las placas tectónicas.

En esta región, la placa de Nazca se desliza por debajo de la placa Sudamericana, un proceso de subducción que genera una alta probabilidad de sismos de mediana y gran magnitud, así como actividad volcánica.

Por esta razón, ambos países cuentan con protocolos de emergencia y monitoreo permanente a través de instituciones como el Instituto Geofísico (IG) en Ecuador y el Instituto de Defensa Civil (INDECI) en Perú, los cuales emiten alertas y coordinan acciones de respuesta ante desastres naturales.

Este contexto geológico obliga a las autoridades de ambos países a mantener sistemas de vigilancia activos y a la población a estar preparada ante la posibilidad de nuevos movimientos telúricos.

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